La depresión es una mezcla de emociones como tristeza, fatiga, falta de interés y placer en la vida, inicialmente, hay aburrimiento, pesimismo, falta de tono muscular, ganas de evadirse, dejar de hacer lo que se está haciendo, después, estas señales se agravan y aparece la sensación de que no hay solución, falta de ganas de vivir y pensamientos suicidas.
Los medicamentos dan resultados, solo por un tiempo y después todo vuelve a su situación original o incluso empeoran. Las estadísticas sobre este trastorno hablan de más de 300 millones de personas que lo sufren en todo el mundo.
Desde los primeros indicios, es importante comenzar a observar lo que ocurre dentro de ti, darte cuenta que esto que te pasa, no es más que un aviso de que “algo” no se está procesando bien en tu interior, entender que la enfermedad, cualquiera que sea, por más ridículo que se escuche, viene a curarte, viene a gritarte: ¡alto! tienes que parar este ritmo que llevas, ¡No puedes seguir viviendo de esa forma!, ¡Ya haz algo por favor!.
La depresión puede ser causada por la pérdida de identidad, se trata de una especie de imposibilidad de verte, de no saber quien eres en realidad, va relacionado con preguntas cómo: ¿Quién soy?, ¿Cómo soy?, ¿Quién soy para tal persona?, sentirte invisible, inservible, inaceptable, etc.
Nuestro interior está en crisis y nuestro cuerpo actúa de forma contraria, se trata de una desesperanza unida a un sentimiento de agresividad no reflejada. La irritación interior se convierte en inactividad, tristeza y melancolía.
Toma conciencia de que todos los recursos están en tu interior para cambiar el destino de tu vida y que debes aprender a escuchar a tu cuerpo para sanar.
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